La tortícolis congénita, también conocida como tortícolis congénita muscular o tortícolis muscular congénita, es una condición en la que un bebé nace con un acortamiento o contracción anormal de los músculos del cuello. Esto puede causar que la cabeza del bebé se incline hacia un lado y se gire hacia el otro de manera anormal. La tortícolis congénita suele ser visible poco después del nacimiento o durante los primeros meses de vida.
Las causas exactas de la tortícolis congénita no siempre son claras, pero se cree que pueden deberse a una combinación de factores, como la posición fetal en el útero, el crecimiento anormal de los músculos del cuello o problemas en el desarrollo embrionario. Algunos bebés pueden estar predispuestos a esta condición debido a factores genéticos.
El tratamiento de la tortícolis congénita suele incluir:
- Fisioterapia: La terapia física es un enfoque común para tratar la tortícolis congénita. Un fisioterapeuta especializado en pediatría puede trabajar con el bebé para estirar y fortalecer los músculos del cuello y mejorar la movilidad.
- Ejercicios en casa: Los padres deben aprender ejercicios de estiramiento que pueden realizar con el bebé en casa, bajo la orientación del fisioterapeuta.
- Posicionamiento adecuado: Cambiar la posición del bebé durante el sueño y el tiempo despierto puede ayudar a evitar que el cuello se incline o gire hacia un lado. Usar posiciones de cabeza recta y alternar la dirección en la que el bebé mira puede ser beneficioso.
- Cirugía (en casos raros): En situaciones muy infrecuentes en las que la tortícolis congénita no responde al tratamiento conservador y es grave, se puede considerar una cirugía para corregir la posición de los músculos del cuello.
Es importante abordar la tortícolis congénita temprano, ya que el tratamiento precoz es mucho más efectiva y puede prevenir complicaciones a largo plazo. Si sospechas que tu bebé tiene tortícolis congénita, debes consultar a un especialista para una evaluación y un plan de tratamiento adecuado.